Presentación del castillo de Chambord
El Castillo de Chambord se encuentra en Loir-et-Cher, a unos quince kilómetros de Blois, en el corazón de los bosques de Sologne. Se llega a él por largas carreteras bordeadas de pinos, y de repente se alza su silueta: blanca, esbelta, desmesurada. Descubrimos una fortaleza medieval transformada en un palacio de luz, coronado por cúpulas y linternones, donde cada chimenea parece contar una historia.
Encargado por Francisco I, el castillo debía ser un pabellón de caza, pero también una obra manifiesta: mostrar al mundo que Francia era la nueva Italia del Renacimiento. Las formas son geométricas, los volúmenes majestuosos, la simetría perfecta. Sin embargo, nada resulta frío: Chambord es una fusión entre la ciencia italiana y la poesía francesa. La Sologne confiere al lugar una atmósfera especial. Las mañanas brumosas envuelven las torres en un velo plateado, las tardes doradas transforman la piedra en llamas. A su alrededor, el bosque susurra como un estuche. Aquí, la naturaleza no sirve de decorado: es el decorado.
Castillo de Chambord Foto de Tsomchat/Shutterstock
Con sus 440 habitaciones, 84 escaleras y 365 chimeneas, Chambord es el castillo más grande del Loira. Desde sus orígenes, fue un campo de experimentación: la luz, el aire y la perspectiva se estudiaban como elementos artísticos. Se dice que el plano del castillo reproduce la cruz de Jerusalén, símbolo de la perfección divina. Francisco I quería un mundo perfecto, construido para su gloria y la de Dios.
Este monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1981, atrae a más de un millón de visitantes al año. Pero, a pesar de su fama, conserva su alma. Al caminar por el patio de honor, se siente la misma emoción que los embajadores de la época: la de un hombre ante la obra de un rey, concebida como un inmenso sueño de piedra.
Chambord, la locura real de Francisco I
Todo comienza con una idea. En 1515, el joven Francisco I, vencedor en Marignan, descubre las maravillas del Renacimiento italiano. En Florencia y Milán, contempla los palacios, las galerías y las cúpulas. De regreso a Francia, quiere algo mejor: un castillo que sea un mundo. Encuentra su ubicación en Sologne, en medio de aguas y bosques, un territorio de caza donde puede reinar en soledad.
Francisco I hacia 1530 (por Jean Clouet, óleo sobre lienzo, 96 × 74 cm, París, Museo del Louvre).
Las obras comienzan en 1519. Se instalan barcazas para transportar la piedra y se trae a artesanos de toda Europa. Cientos de hombres tallan, esculpen y colocan. El plano del castillo se atribuye al italiano Domenico da Cortona, pero la mano de Leonardo da Vinci está presente en todas partes. El maestro muere ese mismo año en Amboise, no muy lejos de Chambord, pero sus bocetos de escaleras, planos simétricos y ciudades ideales lo inspiran todo. El resultado es impresionante: una torre del homenaje cuadrada, cuatro torres redondas, alas, galerías, una escalera central que desafía la lógica. Chambord es una máquina maravillosa.
Francisco Iᵉʳ casi nunca vivía allí. Acudía para cazar, para presumir, para impresionar. En 1539, recibió allí a Carlos V, su gran rival, en una escena inolvidable. Todo en Chambord dice lo mismo: Francia es un reino de luz, y su rey es el centro.
Lo que se ve en el castillo de Chambord
Visitar el Castillo de Chambord es sumergirse en un universo aparte, donde la piedra y la luz dialogan desde hace cinco siglos. El recorrido de la visita comienza en el patio de honor, rodeado por cuatro majestuosas torres. La mirada se pierde entre las arcadas, las bóvedas y las escaleras. Aquí todo ha sido concebido para sorprender.
Castillo de Chambord Foto de Roman Babakin/Shutterstock
Los interiores del castillo de Chambord
En el interior, las grandes salas se suceden en una espectacular puesta en escena. Primero se descubren las amplias galerías de la planta baja, con techos artesonados y paredes decoradas con la salamandra, emblema de Francisco I. Estas salas se utilizaban para recibir a los invitados del rey, embajadores y artistas. Aquí es donde se exhibía el poder del monarca en toda su desmesura.
Interior de una habitación del castillo de Chambord / Foto de Dorian Mongel en Unsplash
En la primera planta, se accede a los apartamentos reales, cuidadosamente reconstruidos. La monumental cama de Francisco I, los cofres tallados y los tapices carmesí evocan la solemnidad y la magnificencia de un reinado en el que todo era símbolo. En la habitación del rey, la luz atraviesa los grandes ventanales con parteluces, revelando los tapices y los muebles macizos. Cada objeto cuenta un fragmento del poder real. Un poco más lejos, los apartamentos de Luis XIV recuerdan otra época de gloria. El Rey Sol convirtió Chambord en un teatro del poder: allí hizo actuar a Molière, recibió a dignatarios y celebró fiestas memorables. Los sillones dorados, los retratos reales, los espejos y las boiseries reflejan esta voluntad de deslumbrar. Chambord se convierte así en la prolongación de Versalles en el corazón de la Sologne.
Las habitaciones del mariscal de Sajonia, restauradas con buen gusto, dan testimonio de una vida más militar, pero no menos prestigiosa. Este gran capitán, favorito de Luis XV, instaló aquí sus aposentos y convirtió el castillo en un lugar de recepción y estrategia. Sus apartamentos combinan fasto y disciplina, a imagen de su época.
La escalera y las terrazas: la magia en movimiento
La escalera de doble vuelta del castillo de Chambord Foto de Gimas/Shutterstock
En el corazón del castillo, la escalera de doble hélice sigue fascinando. Dos rampas se elevan una junto a otra sin cruzarse, lo que permite que dos personas suban y bajen sin encontrarse nunca. Se nota toda la influencia de Leonardo da Vinci. Subir esta escalera es participar en un ballet de luces y sombras. Los escalones se enrollan, las bóvedas se cruzan, la luz desciende desde la cúpula. Es el corazón palpitante de Chambord, una obra maestra que aún hoy sigue siendo sinónimo de ingenio y elegancia.
En la cima se llega a las terrazas. Allí, el espectáculo es total. Decenas de chimeneas, buhardillas, campanarios y linternas se elevan hacia el cielo. Se camina entre ellos como en una ciudad suspendida. La vista se extiende sobre el bosque de Sologne, las avenidas reales y el canal excavado en el siglo XVII. El rey quería reinar incluso sobre el paisaje, y eso es exactamente lo que se siente.
Al bajar, se aprecia la perfecta coherencia de la arquitectura. Todo es simetría, todo es perspectiva. El castillo parece respirar. No solo impresiona por su tamaño, sino por su lógica interna: Chambord es un sueño que se eleva, un pensamiento convertido en piedra.
El castillo de Chambord / Torre / Foto de Shalev Cohen en Unsplash
Los jardines y el dominio real
Los jardines franceses, recientemente restaurados, devuelven al castillo su profundidad original. Diseñados con rigor y elegancia, prolongan la fachada norte y ofrecen un marco grandioso para la visita. Las avenidas rectilíneas, los parterres de boj y los macizos floridos enmarcan la vista del castillo. Es aquí donde se comprende el genio de la puesta en escena real: la naturaleza está domesticada, ordenada, controlada.
A su alrededor, la finca se extiende sobre más de 5400 hectáreas, rodeadas por un muro de 32 kilómetros. Es el parque forestal cerrado más grande de Europa. Francisco I organizaba allí fastuosas cacerías. Hoy en día, todavía se pueden ver ciervos y jabalíes. Hay senderos que permiten recorrer el canal, caminar junto a los estanques y observar la fauna y las aves. Chambord es también un refugio natural, un lugar donde el rey y el bosque siguen dialogando.
La inmensa finca de Chambord Foto de saiko3p/Shutterstock
Algunos visitantes optan por recorrer la finca en bicicleta o en carruaje. Otros prefieren sentarse a la orilla del agua y contemplar el reflejo del castillo en el canal. Al amanecer o al atardecer, la luz juega con las torres y las buhardillas. Es un espectáculo del que nunca te cansas.
Lo que realmente se siente allí
Chambord no se visita: se vive. En cuanto se cruza el puente y se entra en el patio de honor, se siente algo extraño: una mezcla de grandeza y silencio. La piedra clara, los arcos y la vertiginosa altura dan vértigo. Se camina despacio, casi con reverencia. Ya no somos simples visitantes, nos convertimos en testigos.
Una de las chimeneas esculpidas de Chambord / Foto elegida por Monsieur de France: por cristouclap de Pixabay
En el interior, el eco de los pasos sobre la piedra, la frescura de las salas y el susurro de las contraventanas evocan un castillo aún habitado por la memoria de los reyes. Al subir por la escalera de doble hélice, se tiene la sensación de retroceder en el tiempo. Luego, una vez en las terrazas, el viento se adentra, las campanas de la capilla resuenan y la mirada se pierde en el horizonte verde. Es ese momento preciso el que marca para siempre: aquel en el que se comprende que Chambord no es solo arquitectura, sino emoción. Es un encuentro con la belleza absoluta, esa que no se explica, pero se siente.
La historia del castillo de Chambord
El sueño de Francisco I
Francisco I en 1515, unos años antes de la construcción de Chambord / Foto elegida por Monsieur de France: Por Jean Clouet — 8QEEIPFzZ8g64Q en el Instituto Cultural Google, máxima resolución, dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21843136
Estamos en 1519. Francisco I tiene veinticinco años y acaba de triunfar en Marignan. Sueña con un castillo a su imagen: joven, audaz, inspirado en Italia. Elige la Sologne, tierra salvaje y rica en caza, para construir un pabellón de caza digno de un emperador. Las obras comienzan de inmediato. Miles de obreros trabajan en ella durante décadas. El arquitecto Domenico da Cortona diseña los planos, pero todo lleva la marca de Leonardo da Vinci, que muere ese mismo año en Amboise. La escalera de doble hélice, los planos en cruz griega, la simetría perfecta: todo ello respira su genio. Chambord se convierte en el manifiesto del Renacimiento francés, un palacio de ciencia y arte. Francisco I acude allí a cazar, pero casi nunca reside en él. El castillo, inmenso, es difícil de calentar, y los pantanos de Sologne no se prestan a la vida cortesana. Sin embargo, allí recibe al emperador Carlos V en 1539. Ese día, Francia muestra su grandeza al mundo.
Apreciado por Luis XIV
Tras Francisco I, el castillo quedó sin terminar. Enrique II y Enrique III lo dejaron en desuso. Hubo que esperar a Luis XIV para que Chambord reviviera. El Rey Sol lo consideraba un lugar prestigioso. Se alojó allí en varias ocasiones, mandó construir la capilla, acondicionó los apartamentos y organizó fastuosas fiestas. Fue aquí donde Molière estrenó «El burgués gentilhombre» ante la corte. Chambord se convirtió en un teatro real.
El castillo «regalo» y refugio de obras de arte
El conde de Chambord en la década de 1840 por Adeodata Malatesta.
En el siglo XVIII, Luis XV confió el castillo al mariscal de Sajonia, héroe de Fontenoy. El militar lo convirtió en su residencia e introdujo en él la vida cotidiana: cocinas, establos, salones de recepción. A su muerte, Chambord volvió a caer en el silencio. La Revolución vació las salas, pero no destruyó el edificio. En el siglo XIX, la finca se convierte en un símbolo monárquico. El conde de Chambord, heredero de los Borbones, la convierte en su refugio político. Es él quien da nombre al castillo moderno. En el siglo XX, Chambord desempeña un papel inesperado. Durante la Segunda Guerra Mundial, sirve de refugio a las obras de arte del Louvre, entre ellas la Gioconda, a salvo de los bombardeos. Después de la guerra, pasa a ser propiedad del Estado y un lugar emblemático del patrimonio nacional.
En 1981, el castillo de Chambord fue declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO. Desde entonces, no ha dejado de ser restaurado, embellecido y protegido. Hoy en día, atrae a más de un millón de visitantes cada año. Cinco siglos después, el sueño de Francisco I sigue brillando.
Información práctica para visitar el castillo de Chambord
Castillo de Chambord Foto de Ralf Gosch/Shutterstock
Tres noticias insólitas
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El castillo cuenta con 365 chimeneas, una por cada día del año.
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La escalera de doble hélice permitía a las damas y a los señores subir por separado sin cruzarse nunca.
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Durante la Segunda Guerra Mundial, la Gioconda durmió en Chambord, a salvo bajo sus bóvedas.
Dirección y ubicación
El Castillo de Chambord se encuentra en el corazón de la Sologne, en el departamento de Loir-et-Cher, en la siguiente dirección: Domaine national de Chambord, 41250 Chambord, Francia. Forma parte del Valle del Loira, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, entre Blois y Romorantin.
Horario de apertura
La finca está abierta todo el año excepto el 1 de enero, el 20 de marzo y el 25 de diciembre.
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Del 28 de marzo al 27 de octubre de 2025: todos los días de 9:00 a 18:00.
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Del 28 de octubre de 2025 al 27 de marzo de 2026: todos los días de 9:00 a 17:00.
Última entrada: 30 minutos antes del cierre del castillo. El parque permanece abierto de forma gratuita de 9:00 a 20:00.
Acceso desde las grandes ciudades
Magníficas chimeneas esculpidas / Foto seleccionada por Monsieur de France: por Gilbert Simonart de Pixabay
Desde París, calcule aproximadamente 2 horas de carretera por la autopista A10 (salida Mer o Blois).
Desde Orléans, 1 hora y 10 minutos por la D951.
Desde Tours, aproximadamente 1 h 30 min por la A10 y luego la D957.
Desde Blois, apenas 20 minutos en coche: es la puerta de entrada natural a la finca.
En tren, diríjase a la estación de Blois-Chambord, situada en la línea París-Austerlitz / Tours. Un autobús especial conecta la estación con el castillo en unos 25 minutos.
Para los visitantes extranjeros, el aeropuerto más cercano es el de Tours-Val de Loire (a 90 km).
Duración de la visita a Chambord
La visita completa al castillo, sus terrazas y sus jardines requiere un mínimo de tres horas. Si también desea descubrir el bosque, calcule medio día completo. Hay disponibles visitas guiadas y audioguías, incluso para familias y niños.
Servicios in situ
El recinto cuenta con varios aparcamientos, restaurantes y cafeterías, así como áreas de picnic cubiertas. Una tienda ofrece productos locales, libros de historia y recuerdos inspirados en el Renacimiento.
También es posible alquilar bicicletas, carritos eléctricos o carruajes para explorar la finca y sus senderos forestales.
Consejo para la visita
Venga temprano por la mañana o al final de la tarde. La luz es más suave, los reflejos sobre la piedra son magníficos y el ambiente es más tranquilo. Quienes se alojen en los alrededores pueden incluso volver después de las 17:00 h: el castillo parece entonces flotar en la niebla o teñirse de oro según la estación del año.
Tarifas de visita
Las tarifas de entrada (a 1 de octubre de 2025) son las siguientes:
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Tarifa completa: 19 €
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Tarifa reducida: 13 € (estudiantes, demandantes de empleo, visitantes con discapacidad)
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Gratis para menores de 18 años y residentes de la Unión Europea menores de 26 años.
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El aparcamiento es de pago.
Las entradas combinadas también permiten visitar las exposiciones temporales o participar en las visitas guiadas temáticas.
Estas tarifas son orientativas y no comprometen a Monsieur de France.
Para evitar a los revendedores privados, se recomienda reservar directamente en la página web oficial del dominio .
Castillo de Chambord Foto de Roman Babakin/Shutterstock
Distancias desde Chambord hasta los demás castillos del Loira
Partiendo de Chambord, obra maestra absoluta del Renacimiento francés, nos encontramos en el centro de un territorio único donde se concentran los castillos más bellos del Loira. Cada carretera, cada desvío, conduce a otra maravilla: Chenonceau , posado sobre el agua como una joya, Amboise, dominando el Loira y Leonardo da Vinci, Blois y sus reyes, Azay-le-Rideau y su elegancia italiana, Cheverny con su perfección clásica, o incluso Villandry y sus jardines geométricos. Viajar desde Chambord es seguir la ruta real de la belleza francesa.
- Chenonceau : 54 km – ≈ 1 h 00
- Amboise: 45 km – ≈ 45 min
- Azay-le-Rideau: 105 km – ≈ 1 h 20 min
- Blois: 17 km – ≈ 20 min
- Cheverny : 18 km – ≈ 20 min
- Villandry: 95 km – ≈ 1 h 15 min
Preguntas frecuentes sobre la visita al castillo de Chambord
Chambord / por Guy Dugas de Pixabay
¿Cuánto tiempo se necesita para visitar Chambord?
Dedica al menos tres horas para recorrer el castillo y sus jardines. Si deseas explorar el parque, reserva medio día.
¿Vale la pena visitar el Castillo de Chambord?
Sin duda. Es uno de los castillos más impresionantes de Europa, donde se combinan arte, historia y naturaleza. Su reflejo en el río al atardecer es una imagen inolvidable.
¿Cómo llegar desde París al Castillo de Chambord?
Toma un tren desde París Austerlitz hasta Blois-Chambord, y luego un autobús (25 minutos). En coche, son dos horas por la autopista A10, con aparcamiento cerca del castillo.
¿Se puede visitar el interior del castillo?
Sí. Se puede recorrer todo el interior, incluida la famosa escalera de doble hélice, los apartamentos reales, la capilla y las terrazas.
¿Se pueden visitar las terrazas del castillo?
Sí. Las terrazas panorámicas ofrecen una vista espectacular del Valle del Loira y de los tejados decorados del castillo.
¿Quién construyó el Castillo de Chambord?
El castillo fue mandado construir por Francisco I en 1519. El arquitecto fue Domenico da Cortona, influido por Leonardo da Vinci, que residía en Amboise.
¿Cuál es la mejor época para visitar Chambord?
La primavera y el otoño (abril-junio, septiembre-octubre) son ideales, con buen clima y menos visitantes. En verano, las tardes ofrecen la mejor luz para fotografías.
¿El castillo es accesible para personas con movilidad reducida?
Sí. Hay ascensores y rampas que facilitan el acceso a las principales plantas y exposiciones.
¿La entrada es gratuita?
Sí, para los residentes de la Unión Europea menores de 26 años, y para todos durante las Jornadas Europeas del Patrimonio en septiembre.
¿Hay estacionamiento en el castillo?
Sí. Hay varios aparcamientos de pago (P0, P1, P2) cerca de la entrada, con espacios para autobuses y autocaravanas.
¿Se puede andar en bicicleta o hacer picnic en el parque?
Sí. El dominio de Chambord abarca más de 5 000 hectáreas y cuenta con rutas ciclistas, senderos y áreas de picnic.
¿Se permiten perros?
Los perros con correa son bienvenidos en los jardines y el parque, pero no dentro del castillo.
¿Qué papel tuvo Chambord durante las guerras?
Durante la Segunda Guerra Mundial, se guardaron en Chambord obras del Louvre para protegerlas de los saqueos.
¿Hay visitas guiadas o audioguías?
Sí. Hay visitas guiadas en francés e inglés, y audioguías en varios idiomas, incluido el español.
¿Hay restaurantes o cafés cerca del castillo?
Sí. En el pueblo de Chambord y sus alrededores hay cafés, restaurantes y áreas de picnic.
¿Es el castillo adecuado para familias?
Sí. Hay actividades familiares, rutas para niños y visitas temáticas durante todo el año.
¿Se puede pasar la noche cerca del castillo?
Sí. Hay hoteles, casas rurales y alojamientos en los alrededores, incluido el Relais de Chambord, junto a la entrada.
<time datetime="2025-11-10">Actualizado: noviembre 2025</time>













